Señor Director:
El nombramiento de la cubana Rosa María Payá como Comisionada en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) es un triunfo para la defensa coherente de la dignidad humana. Su firmeza al denunciar sin ambigüedades las violaciones a los derechos humanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela resulta incómoda para muchos.
Desconocemos cómo votó el gobierno de Chile, pero difícilmente podrá explicar su posición sin ruborizarse. La ambigüedad de la actual administración frente a Cuba, influenciada por el Partido Comunista, defensor del régimen de La Habana, ha sido constante.
Mientras algunos defienden a las víctimas, otros moderan posturas por cálculos electorales. Rosa María Payá entra a la CIDH para incomodar dictaduras; Jeannette Jara calla para no hacerlo.
Santiago Acosta es coordinador del área internacional de IdeaPaís. Carta publicada en El Líbero, el 05 de julio.