Por si usted no lo sabe, Unidad por Chile es el nombre del pacto electoral que lleva adelante el oficialismo de cara a las primarias de la próxima semana, en donde Tohá, Jara, Winter y Mulet buscan la nominación para ser la carta presidencial y la continuidad del actual gobierno. Por más paradójico que sea, el nombre del pacto escapa de lo que han sido las últimas intervenciones públicas de los candidatos, donde el fuego amigo ha estado presente en la estrategia electoral de los comandos, y pone en duda las reales intenciones de unidad del bloque de cara a lo que viene. ¿Nos debería sorprender? Por supuesto que no.
La verdad, existen antecedentes claros que demuestran el desgaste natural de esta convivencia que empezó post triunfo del Rechazo en septiembre de 2022. En ese momento, una serie de históricos colaboradores de la Concertación, con experiencia y seniority, asumen cargos en la primera línea de la administración del Estado, y reemplazan a la soberbia, al corazón y al círculo de hierro del Presidente Boric, echando por la borda, prácticamente, todo el discurso refundacional que sustentaba el proyecto político con el que llegaron al poder. Un duro golpe al Frente Amplio, que fue necesario, para darle sostén a un gobierno que estaba -o está- de capa caída y sin rumbo.
Hoy, lejos de reflexionar sobre sus acciones y sus errores, en las últimas semanas hemos sido testigos de cómo la estrategia del Frente Amplio -y también la del Partido Comunista- pone en jaque la presunta madurez que han adquirido siendo gobierno, demostrando todo lo contrario, y plasmando que harán todo lo posible para mantener el poder, aunque eso signifique romper códigos con sus propios socios de coalición: el PS y el PPD. Al parecer, la descalificación y la superioridad moral nunca se fue del FA y del PC, y están dispuestos a cuestionar a los gobiernos de la Concertación, fortaleciendo el relato del “ellos” versus “nosotros”, o “ ellos los malos” versus “nosotros los buenos”, como hemos podido ver estos últimos días.
Lo anterior, responde a algo sintomático: en política se exigen grados mínimos de lealtad y de compromiso con determinadas causas. Y el Frente Amplio, demuestra no estar comprometido con ninguna de esas bases, nublando las capacidades para proponer una verdadera unidad por Chile. ¿Qué paradójico, no?
Matías Riveros es director regional de IdeaPaís O’Higgins. Columna publicada en El Tipógrafo, el 19 de junio.