Luego de que se aprobara la reforma constitucional que habilita el nuevo proceso constituyente, el Partido Republicano, haciendo poco eco de su nombre, ha decidido denostar lo más posible el acuerdo, acusando a Chile Vamos de traidores por pactar con el Partido Comunista y darle la espalda al país frente a las urgencias que vive. Así, en vez de buscar espacios de encuentro necesarios para abordar la discusión constitucional, ha decidido avanzar en una política de trinchera y matonesca, poniendo en práctica de forma impecable el dicho “o estás conmigo, o estás contra mí”.
Por una parte, la acusación de pactar con el Partido Comunista puede tener dos posibles lecturas. O los parlamentarios republicanos se están aprovechando de la situación para hacer campaña contra Chile Vamos para sus propios fines, o tienen la convicción de que cualquier proyecto que cuente con el voto del Partido Comunista, es intrínsecamente malo. En el primer caso, es lamentable y serían ellos quienes, haciendo uso de esas malas prácticas que dicen querer erradicar, estarían poniendo sus intereses de partido por sobre los del país. Si es lo segundo, es aún más complejo, pues más allá de las diferencias profundas que podamos tener con las ideas comunistas, pensar que es imposible encontrar espacios de acuerdo, limita hondamente la actividad política y la posibilidad de pensar en amplios consensos para resolver los problemas que enfrenta el país, y por tanto la política se reduce lamentablemente al show al que nos están acostumbrando a ver en el Congreso, donde la discusión termina siendo una continua interpelación sobre cuestiones personales, antes que respecto a las ideas, las soluciones o propuestas. Afortunadamente, el acuerdo que tanto critican es un vivo ejemplo de que, en situaciones difíciles el ánimo republicano que ellos olvidan permite lograr consensos amplios por el bien de Chile.
Por otro lado, acusan a Chile Vamos de darle la espalda al país, pues la discusión constitucional pone a un lado las urgencias sociales. Sin embargo, en esto también se equivocan. Si bien la constitución no logra eliminar las listas de espera en hospitales, superar las brechas de aprendizaje entre las escuelas o vaciar las calles de los delincuentes, sí define las reglas del juego que habilitan la política y que la pueden hacer más o menos eficiente para la entrega de soluciones y la satisfacción de los derechos y necesidades de los ciudadanos. Así, mediante la definición de un sistema político que promueva la colaboración entre los poderes para legislar y llevar adelante los programas de gobierno; estableciendo exigencias concretas a los representantes para que cumplan con sus mandatos y legislen oportunamente dando solución a las necesidades, y con la consagración de un sistema de derechos sociales robusto y eficaz, sí se abren caminos para dar mejores soluciones a las urgencias sociales. Así pues, sería un error pensar que la crisis a la que hemos llegado es sólo falta de voluntad o de recursos.
Esperamos que Republicanos recapacite en su actitud, y se disponga a colaborar para lograr los amplios consensos que requiere una Constitución, pues sólo así es posible conseguir un pacto social que nos interpele a todos y que haga factible, en consecuencia, las mejoras requeridas para satisfacer las demandas que con urgencia requieren ser atendidas.
Magdalena Vergara, Directora de estudios de IdeaPaís, publicada por diario El Libero en la edición del 15 de enero de 2023