Señor director:
Según indica el estudio del Centro de Políticas Públicas de la Universidad San Sebastián, la implementación de la Pensión Garantizada Universal incrementó la tasa de reemplazo mediana de un 24% a un 76%, situando a Chile por sobre el estándar de la OCDE (62%). Se trata, sin duda, de una noticia positiva para los pensionados, particularmente aquellos que percibían pensiones de baja magnitud.
Ahora bien, el problema de fondo sigue vigente: las pensiones –aún con PGU– son bajas, y las causas del problema no han sido debidamente abordadas. En efecto, las bajas pensiones que generan el acotado volumen de cotizaciones, la frecuente presencia de lagunas previsionales y la alta informalidad laboral pueden ser sólo parcialmente corregidas mediante políticas distributivas, como lo son el Pilar Solidario o la PGU. No obstante, la manera más eficiente y sostenible en el tiempo de subsanarlas sigue siendo fortalecer un componente de capitalización individual sólido, que permita rentabilizar las cotizaciones y traducirlas en pensiones dignas.
Por ello, en la discusión previsional —además de pensar la estructura del tramo adicional de puntos de cotización— debemos buscar la manera de generar incentivos a una mayor formalización y reducir lagunas previsionales, que hoy llevan a que dos tercios de los chilenos cotice menos de la mitad de su vida laboral.
Juan Pablo Lira y Francisco Alessandri, investigadores IdeaPaís, publicada por Diario Financiero en la edición del 04 de abril de 2023