En su exposición Carlos Augusto Chacón destacó que el crimen organizado ha pasado de ser uno de los principales riesgos políticos en la región a convertirse en el riesgo político número uno durante los últimos dos años. El especialista explicó que este fenómeno se caracteriza por la convergencia de amenazas y la interconexión de redes criminales, que facilitan y operan economías ilícitas.
En ese sentido, debe entenderse el fenómeno como un ecosistema de la criminalidad, que tiene una complejidad y diversos niveles de interacción y organización. Además, Chacón explicó que las economías ilícitas se consolidan debido a fallas estatales en seguridad y justicia: los países con altos niveles de criminalidad y violencia tienden a tener Estados de Derecho frágiles y elevados índices de impunidad. Además, la inversión en seguridad y defensa se ve afectada por debates ideológicos que priorizan otras áreas como la educación.
Para enfrentar eficazmente el crimen organizado, Chacón enfatizó la necesidad de desarrollar capacidades institucionales. Esto implica invertir no solo en tecnología y fuerza de seguridad, sino también en modernización de las fuerzas, desarrollos tecnológicos y recursos humanos. argumentando que es crucial desarrollar sistemas de monitoreo en tiempo real para entender mejor las dinámicas criminales, la presencia del Estado y la aceptación de estos grupos por la población. Y en este aspecto, la carencia de expertos en seguridad en comisiones relevantes también es un obstáculo significativo.