Hace 14 años, nació un proyecto político en la Universidad Católica con muchas preguntas y pocas respuestas. Eran jóvenes conmovidos ante los cuadros universitarios que formaba la generación que hoy está en el gobierno, buscando un discurso que pudiera darles la pelea de igual a igual en un Chile que empezaba a dejar atrás la transición a la democracia, con problemas nuevos, con lenguajes nuevos, con dinámicas nuevas.
Se trataba de una generación que advertía los problemas que existían en Chile, y que a partir de un ideario claro —teniendo a la dignidad de la persona humana como ancla, y los principios de subsidiariedad y solidaridad como quillas orientadoras— fue forjando una identidad política, y produciendo generaciones de jóvenes con vocación pública.
El grupo se llama Solidaridad UC.
Desde su nacimiento, solo conoció derrotas en las elecciones de la FEUC. Hasta hoy, donde luego de 9 años, la centroderecha ganó en esa casa de estudios. Este hito es cualquier cosa menos irrelevante.
Más allá de que compitieran con una lista que reunía a partidos de izquierda (Frente Amplio, PS y PC) en lugar del histórico movimiento NAU, este grupo de estudiantes hizo algo absolutamente contracultural, como lo es perseverar.
Se dice que las derrotas enseñan. Dan lecciones, ayudan a crecer y a entender los errores propios, y son buenas consejeras para tomar decisiones. Por eso, al ver que un grupo al que nadie le ha regalado nada la consistencia los termina premiando, el mensaje de esperanza es para toda su generación, que ve en el futuro más una pesadilla que un sueño.
Los jóvenes nacidos después del año 2000 en Chile observan con angustia cómo el 41% de la población se encuentra en una situación de mucha fragilidad, en riesgo de caer o recaer en la pobreza. El sentir de inseguridad ante los vaivenes sociales y económicos es caldo de cultivo para perder la fe, bloqueando cualquier proyección al futuro. Hoy, la educación es un mecanismo reproductor de problemas. La vivienda es un sueño que se ve a siglos de obtener. Los hijos son un costo que los sueldos no son capaces de soportar. Y el planeta se carcome a sí mismo.
Por eso, el mensaje que da Solidaridad UC es especialmente relevante en un país que enfrenta desafíos profundos, sumido en desconfianza y apatía.
Los cambios no ocurren de la noche a la mañana: se construyen día a día. Y las grandes transformaciones que requieren este país —reforma al sistema político, la superación de la violencia y delincuencia, mejorar la matriz económica que nos tiene estancados, y erradicar la corrupción— solo serán posible a partir de la suma consistente de pequeñas acciones. Este hito es fiel ejemplo de ello.
Que del embrollo en que nos metió los jóvenes de la generación 2011, salgamos de la mano de los jóvenes de la generación 2025. La historia no está escrita. Y estos muchachos quisieron ayudarnos hoy a recordarlo.
Cristián Stewart es director ejecutivo de IdeaPaís. Carta publicada en La Segunda, el 24 de octubre.