Dentro de las varias aristas que tiene el caso Monsalve, vale la pena ahondar en una importante: ¿Qué ocurrió con el compromiso irrestricto del que alardeaban ciertos grupos hace pocos años respecto de la causa feminista? Si hay algo que los antecedentes cronológicos del caso ofrecen es que acá hubo lentitud, silencio, desidia —y quizás cosas peores que la justicia se encargará de resolver—, pero faltó compromiso con la víctima. Que resulta que es una mujer.
Las canciones de las barras en los estadios de fútbol adolecen de muchos problemas. Hay entonaciones racistas, xenófobas, violentas, o que promueven malos hábitos. Pero no podemos soslayar que sus letras suelen reflejar buena parte de la realidad social, muchas veces marginal, construída a punta de malestar y exclusión. Uno de los cantos más benevolentes es aquel que alude al bajo número de la barra rival, que reza «¿A dónde están? que no se ven…». Lo mismo se preguntan muchas personas hoy con las líderes de enormes movilizaciones feministas, como Las Tesis, cuyas performances y letras se replicaron alrededor del mundo cantando «El violador eres tú», para denunciar el machismo y la violencia que sufren miles de mujeres.
Monsalve es y será inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero el silencio de ciertas defensoras del feminismo frente al descriterio con que el Gobierno frenteamplista ha gestionado esta acusación, resuena crudamente en su credibilidad, quitándole piso a su compromiso con la causa ¿Qué pasa hoy, que ante evidentes antecedentes de acoso, sus escasas palabras suenan tan contradictorias en comparación a lo que sostenían hace tan poco?
Pero la inconsistencia no es monopolio de esos grupos. «Las mujeres solo les sirven cuando hay que salvarles la elección». Tajante declaración, que no proviene de las «oposiciones», sino de Naschla Aburman, expresidenta de la FEUC por el movimiento NAU, una de las cunas del Frente Amplio. Y es que el Gobierno también ha puesto de lo suyo. El Frente Amplio llegó a La Moneda en 2021, en buena parte, gracias al voto femenino. El mismo que hoy probablemente observa decepcionado el letargo frente a la protección a la víctima que ha caracterizado este penoso caso. Porque ni los gastos económicos del tratamiento médico y psicológico de la víctima han sido cubiertos por el Estado, según consignó hace días su abogada.
Lo que se esperaría del «primer gobierno feminista de Chile» no son largas conferencias de prensa ni autoseguridades excesivas del talento propio para «salir jugando», sino acciones coherentes. Es el primer paso para terminar con los pitutos, los privilegios, el machismo, la desigualdad, el neoliberalismo, y todos los enemigos jurados de los que les ha costado tanto separarse. Acción y coherencia. Tan simple, y tan lejano.
Cristián Stewart es director ejecutivo de IdeaPaís. Columna publicada en La Segunda, el 21 de noviembre.