Señor director:
No fue inevitable. La tragedia que vimos anoche, cuando un partido de fútbol terminó con personas gravemente heridas, fue el resultado de un problema profundo: vivimos en una sociedad fragmentada a tal punto, que lo que debería ser espacio de encuentro y alegría puede escalar hasta lo irreparable.
Nos repetimos que “somos vulnerables”; que cualquiera puede ser víctima de la inseguridad, del crimen, de la violencia irracional; que faltan reformas en materia de seguridad y orden público. Es cierto, pero el problema no es solo institucional ni legal, es moral. Hoy somos más vulnerables que nunca porque hemos dejado de cuidarnos unos a otros, y hemos degradado la vida humana como el bien más preciado que debemos proteger.
Si no recuperamos la convicción de que la vida del otro merece ser respetada y defendida siempre, la violencia seguirá encontrando excusas nuevas para instalarse. No podemos permitir que el miedo, la rabia -o la mal usada pasión- dicten nuestras relaciones cotidianas. La urgencia hoy no es solo de seguridad, sino de humanidad.
América Castillo es coordinadora de universitarios de IdeaPaís y profesora. Carta publicada en La Segunda, el 21 de agosto.
