Existe un diagnóstico compartido respecto de la ausencia de liderazgos sólidos en el país. La crisis de confianza institucional se ha visto profundizada por los escándalos que involucran a sus autoridades: casos de corrupción, faltas éticas, primacía del interés personal por sobre el general y visiones de futuro cada vez más estrechas.

No es baladí que existan múltiples diputados desaforados por causas judiciales, alcaldes condenados e investigados por corrupción e incluso líderes del poder judicial destituidos de sus cargos. El más grave, tiene a una exministra de la Corte Suprema investigada por recibir coimas a cambio de fallar en beneficio de una empresa bielorrusa.

Si estamos en una crisis de liderazgos públicos, la pregunta fundamental no es qué nuevas leyes o arreglos institucionales tenemos que implementar para evitar la corrupción de las reglas, sino qué estamos haciendo para formar a los futuros líderes del país, no solo respecto de sus credenciales técnicas, sino fundamentalmente en el cultivo de la ética y la visión país. Formar líderes implica crear sensibilidad con el dolor ajeno, encarnar un comportamiento ético intachable, un gran sentido del deber y una consciencia de la realidad que nos rodea.

En tiempos de polarización, desconfianza y cambios acelerados, ocuparse de las nuevas generaciones es una tarea tan fundamental como necesaria.  En la búsqueda de esos jóvenes que añoran poner sus talentos al servicio de la comunidad, en IdeaPaís realizamos el primer Encuentro de Líderes Jóvenes (ELIJO) en Biobío.

Con más de 100 estudiantes secundarios de los distintos rincones de nuestra región, este Encuentro tuvo como principal objetivo entregar una experiencia que sirva para desarrollar sus vocaciones de servicio público. Entre paneles de conversación con líderes de la región (alcaldes, diputados, presidentes gremiales) y mesas de trabajo, se deja entrever una juventud comprometida con las soluciones a los problemas que nos aquejan.

Y ese fue el mensaje principal que nos entregaron: sí existen jóvenes que añoran un país mejor, que les interesa construir una educación equitativa y con mayores oportunidades; que sueñan con un Chile cohesionado, con mayor seguridad y donde se valore el mérito. Esos jóvenes sí existen, y es deber de los tomadores de decisión incorporarlos a la vida pública, buscando los temas que los mueven y apasionan.

Los principales desafíos que enfrenta Chile no son solo institucionales. Detrás de ellos persisten tensiones sociales que solo serán abordadas con una sociedad civil robusta y líderes públicos que busquen incansablemente la justicia, la protección de la dignidad humana y el cultivo de las virtudes. A esa tarea, debemos abocarnos todos: comunidades escolares, familias, Estado y organizaciones de la sociedad civil.

Kevin Canales es director regional de IdeaPaís Biobío. Columna publicada en La Tribuna, el 14 de noviembre.