En buena hora la discusión de pensiones se tomó la agenda, ¡en buena hora el gobierno pareciera estar gobernando! Es de esperar que esa discusión avance a buen nivel y hacia buen puerto. Pero la señal es alentadora: una urgencia social que reclamaba atención es abordada con decisión y seriedad. Qué valioso sería ver contagiados a los demás ministerios con esa actitud. Uno de ellos, podría ser Vivienda, cuyo ministro, Carlos Montes, hace algunos días presentó el Catastro Nacional de Campamentos. Se trata de un diagnóstico serio -aunque crudo-, de una precariedad que crece en Chile y que, esperemos, el mundo político aborde con prontitud.

El Catastro nos muestra que entre 2019 y 2022, hay 355 nuevos campamentos en Chile. Son 29.122 nuevos hogares que se han instalado en estos asentamientos precarios, generalmente sin servicios básicos. Y, aunque se haya constatado el cierre de 380 campamentos, y la entrega de viviendas a 15.589 hogares, la realidad es que Chile tiene hoy 1.091 campamentos donde viven 71.961 familias. Esta es una necesidad que clama al Cielo. 

El estudio también arroja que el 40% de los habitantes de campamentos hoy son migrantes, que en promedio demoraron tres años entre llegar a Chile e instalarse en el asentamiento. ¿habrán imaginado que así sería venirse a Chile? Las razones señaladas -por los propios vecinos- para dar el paso al campamento son principalmente económicas: los altos costos de los arriendos, que a su vez es la figura de vivienda de la que proviene el 53% de ellos. El diagnóstico también da luces sobre las causas más profundas: el 58% de los encuestados sólo ha cursado educación básica y el 33% dice no tener nadie a quien acudir ante una necesidad. 

Por otro lado, quedan preguntas abiertas al ver que el 78% de las personas indica haber aumentado su calidad de vida al instalarse en el campamento y que sólo el 48% está por debajo de la línea de la pobreza. Pareciera ser que el camino no es tan simple como erradicar campamentos sino además apuntar a que las posibilidades de vivienda fuera de ellos impliquen mejoras reales en la calidad de vida.

El déficit habitacional es una de esas materias que parecieran escapársele a la política pública de forma permanente. No hay recetas únicas, ni fáciles. Se trata de un asunto lleno de aspectos técnicos y económicos. Pero, por, sobre todo, lleno de humanidad. Sus detalles diversos, sus múltiples causas y su dinamismo lo hacen un desafío constante para los gobiernos, los municipios, la academia y los centros de estudio. Sin embargo, son los vecinos quienes enfrentan esta realidad vital cara a cara, todos los días.

Con la reforma de pensiones el gobierno parece mostrar un cambio de actitud. Si se logra un debate de altura y no se entrampa la discusión en la pequeña política, podríamos abordar esa y otras urgencias sociales. En Vivienda, el ministro le mostró al país el Catastro Nacional de Campamentos que da cuenta de un clamor por soluciones urgentes. Es de esperar que muy luego venga la propuesta.

Columna de Juan de Dios Valdivieso, Director Regional de IdeaPaís región O´Higgins, publicada por El Tipógrafo en la edición del 10 de noviembre de 2022.