Señor Director:
En las últimas semanas tuvo lugar la reapertura del acceso principal a la estación Baquedano, una de las tantas que sufrió las consecuencias del vandalismo en octubre de 2019. Los costos para el país de una barbarie como esta van mucho más allá del cálculo económico: el modo en que fueron alteradas la paz social, la seguridad y el orden público no es del todo medible en términos estrictamente materiales.
En medio del turbio clima político que azota Chile, la reapertura del acceso a la estación nos brinda una oportunidad para empatizar con todos los afectados del estallido y fijar una mirada a futuro donde el eje esté siempre puesto en las personas y en las urgencias sociales que les aquejan. Las pensiones de gracia a los delincuentes pueden seguir esperando, los chilenos no.
Diego Domeyko es Pasante de IdeaPaís. Carta publicada en El Líbero, el 19 de enero.