Señor director:
El nombramiento del nuevo ministro de educación, Nicolás Cataldo, ha generado diversos resquemores, tanto por su polémico casi nombramiento como subsecretario de Interior –debido a sus declaraciones contra Carabineros– como por el posicionamiento que gana el Partido Comunista dentro del gabinete. Con todo, su nombramiento tiene cierta lógica: es una persona que conoce del rubro, es profesor y se ha desempeñado especialmente como asesor legislativo en temas educacionales, pero que también tiene manejo político, aspectos relevantes dentro de la cartera de educación.
La pregunta es si estas cualidades le serán suficientes para hacerse cargo de la crisis educativa. Inevitablemente surgen ciertas dudas. Primero, si podrá llevar adelante la cartera evitando los errores de su antecesor: buscar imponer a toda costa una agenda ideológica sin lograr dar prioridad a la crisis educativa. Segundo, si podrá sobreponerse a sus propias declaraciones y convicciones para abordar las urgencias educativas, entre ellas: la violencia en las escuelas y el paro de profesores.
Lamentablemente el pecado de origen de apruebo dignidad, es la contradicción en la que caen en cuanto asumen los cargos, pues sus conductas como activistas entran en conflicto con sus obligaciones como autoridad. ¿Podrá el nuevo ministro enfrentar las tomas al interior de las escuelas o el paro de profesores, aún si las considera como legítimas manifestaciones políticas? Por el bien de la educación, esperemos que sí.
Magdalena Vergara, Directora de Estudios de IdeaPaís, carta publicada por el diario La Tercera en su edición 17 de agosto.