Resulta interesante analizar los resultados del cuarto sondeo del Instituto Unab de Políticas Públicas, sobre feminismo en Chile, en contexto de las movilizaciones del 8M.
Lo primero que llama la atención, es que mientras el 70% de las mujeres piensa que “en Chile no existe igualdad de oportunidades y que por tanto persisten barreras que limitan su desarrollo”, sólo lo considera así el 45 % de los hombres. Veamos los datos: la tasa de trabajo informal de las mujeres es de casi 30%, el 31% de los hogares los llevan mujeres solas y en su mayoría pertenecen a los primeros quintiles. Las mujeres dedican casi dos horas más a las labores de cuidado que los hombres, y el principal motivo por el cual no trabajan es por estar cuidando a alguien. No cabe duda de que aún existen profundas injusticias, en especial cuando se constata que la desigualdad es aún mayor cuando se es mujer y madre. Que un gran porcentaje de los hombres no sea consciente de ello, es parte y consecuencia de las mismas desigualdades, si el 57% de los padres no dedica ni una sola hora al cuidado de niños menores de 14 años, ni tampoco pagan la pensión de alimentos ¿por qué serían conscientes de las barreras que genera la maternidad?
Por otro lado, y a pesar de las injusticias que aún persisten, el 65% de las mujeres se consideran nada o poco feminista – especialmente de derecha y centroderecha-. Una respuesta la entrega la propia encuesta: casi el 50% de las mujeres considera que el feminismo actual es radical. Y es que ello tiene que ver con la postura hegemónica que han decidido tomar algunos grupos, donde lo que ha imperado es la política de la cancelación hacia quienes no comparten sus posturas. Basta recordar la discusión constitucional: estar en contra de su propuesta de paridad o aborto, era una traición hacia las mujeres. Si consideramos que muchas de sus propuestas responden más bien a posturas ideológicas y elitistas, que con la realidad cotidiana de tantas mujeres, resulta problemático en el objetivo de generar amplios acuerdos y dar con soluciones que permitan un verdadero cambio cultural.
Si el objetivo es visibilizar las injusticias y desigualdades que aún persisten hacia las mujeres, en un nuevo aniversario del 8M, sería positivo que el protagonismo no se lo lleven ni los pañuelos verdes, ni las performances de mujeres desnudas, ni los movimientos más radicales que generan rechazo haciendo flaco favor a la concientización de estos problemas; sino simplemente las mujeres: madres, hijas, abuelas, estudiantes, profesionales, mujeres en situación de cárcel, casadas o solteras, que día a día son rostro de desigualdades, injusticias y violencia. Sin colores políticos, sin apellidos, sólo mujeres.
Magdalena Vergara, directora de estudios de IdeaPaís, publicada por El Líbero en la edición del 8 de marzo de 2023