La sexta edición de la revista Raíces de IdeaPaís busca reflexionar, desde un prisma interdisciplinario, sobre qué significa que la familia sea la base de la sociedad. La frase no es inocua, y por lo mismo, no puede sernos indiferente. Que algo, lo que fuere, sea el núcleo fundamental de un país, requiere que nos preguntemos permanentemente sobre ello, pues de su cuidado y salud dependería la existencia y sostenibilidad de dicha sociedad. 

No obstante, en Chile hemos seguido un camino distinto, optando por considerar que los asuntos vinculados a la familia son de carácter privado y tienen un tinte insoportablemente conservador, quedando cualquier reflexión sobre el asunto «fuera de juego» antes de comenzar a ser abordada. Pero en realidad, no se trata ni de algo privado ni conservador, sino de un problema eminentemente público. El malestar social —que es real y no un invento de ciertos sectores— es, en los hechos, el malestar de las familias chilenas. El historiador Gonzalo Vial advertía en este medio, hace décadas, que el debilitamiento de la familia —por el creciente aumento de la monoparentalidad y la muy preocupante baja del índice de la natalidad, entre otras cosas— traería consecuencias sociales importantes.  

El dolor detrás de los adultos mayores con jubilaciones bajas, de las listas de espera, del ausentismo escolar y del déficit habitacional, es compartido por familias que postergan sus trabajos, que se dividen, o que trabajan lejos de sus casas. Hoy vemos que la intuición de Vial no era solo teórica, sino que tiene efectos prácticos muy preocupantes: la conformación de familias monoparentales y la depreciación cultural del matrimonio están correlacionadas a condiciones de vulnerabilidad. Por ejemplo: (1) las familias monoparentales son un 50% más propensas a ser pobres que las biparentales, y la probabilidad aumenta al doble cuando la jefa de hogar es mujer; y (2) la probabilidad de que estudiantes que viven solo con su padre o madre abandonen sus estudios es dos veces mayor respecto de quienes viven con ambos (IdeaPaís, 2024).

La incerteza que producen eventualidades como la vejez, el desempleo o una enfermedad que pueda derrumbar todo lo alcanzado, son problemas de las familias actuales, pero también de la sociedad. Por eso, es una materia de carácter público. Y aún más: pensar que estos asuntos son «conservadores» no solo es un error infantil, sino además es un disparo en nuestros pies: si nuestra sociedad en general, o el Estado en particular, no revierte con políticas tributarias, sociales y financieras la tendencia de la tasa de natalidad (1,3 hijos por mujer en edad fértil versus la tasa de reposición de 2,1 ), Chile se va a acabar. No se trata, como se ve, solo de una discusión conceptual para que todo calce con un cierto orden mental, sino también de cuestiones sociales cruciales basadas en estadística.

Cristián Stewart es Director ejecutivo de IdeaPaís. Columna publicada en La Segunda, el 9 de mayo.