Señor director:

Hoy es el Día Mundial de la Justicia Social, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la solidaridad y justicia en todas las dimensiones de nuestra sociedad, especialmente en aquellos contextos de más marginalidad y exclusión.

Sin duda, el sistema penitenciario es el gran ejemplo de injusticia social. Por un lado, las personas privadas de libertad son a menudo aquellas que han sido marginadas, discriminadas, excluidas y abandonadas por un sistema y un contexto que no les ha brindado las oportunidades y los recursos necesarios para insertarse verdaderamente en un contexto social. Y, por otro lado, las cárceles, caracterizadas por sus condiciones insalubres e inhumanas, logran ocultar y perpetuar todas esas desigualdades e injusticias, fallando así en su principal objetivo: (re)habilitar y (re)insertar.

Las prisiones son una prueba de que medidas represivas, aunque necesarias para castigar delitos, no solucionan problemas sociales. Sin embargo, la falta de sentido crítico nos ha hecho aceptarlas como la única respuesta válida y eficaz frente a la desviación social. Ignorando, consciente o inconscientemente, que son las experiencias positivas fuera de ellas  las que terminan rompiendo el círculo del delito y construyendo sociedades más justas y solidarias.

Emilia García, Investigadora de IdeaPaís, publicada por diario La Segunda en la edición del 20 de Febrero de 2023