Señor director:
La renuncia de Giorgio Jackson es un problema menos y un punto de inflexión.
Los ministros existen para ejecutar el programa presidencial, blindar al presidente y ser puentes de diálogo. La agenda del gobierno, que está plagada de desafíos necesita de ministros que contribuyan en ese trabajo, no que lo hagan más difícil. Su baja popularidad y su mala relación con socios y adversarios lo hacían el clon pesado de Boric. Por eso, su permanencia no tenía justificación, y su salida es un problema menos.
Su salida es también un punto de inflexión en el gobierno. Primero, porque es la decisión simbólica más relevante que ha tomado Boric. Los proyectos los materializan personas, y con esta renuncia se abandona el proyecto del Frente Amplio, tal y como lo conocemos. Y segundo, porque la porfía del gobierno de asumir responsabilidad política ante casos de evidente corrupción en el seno de su gobierno terminó por ceder.
El caso Convenios fue la guinda de la torta. Pero Jackson no cae por corrupción. Eso sería mentir. No hay nada objetivo que lo vincule con escándalos de corrupción. Jackson cae porque era el elemento más resistido del gobierno. Cae porque sobre sus hombros pesaban denuncias de intervencionismo en el plebiscito, icónicas declaraciones sobre la superioridad moral de su generación, problemas de gestión y crisis de credibilidad de RD, que hicieron insostenible su labor.
Esta es una derrota dolorosa para el presidente. Pero ojalá se dé cuenta que esto le permitirá ejercer su liderazgo con mayor propiedad. Con esta derrota, tanto él como el país, ganan más de lo que pierden.
Cristián Stewart, Director Ejecutivo de IdeaPaís, carta publicada por el diario La Tercera en su edición 13 de agosto.