Señor director:
Los problemas que sufren los partidos políticos en Chile explican parte importante de nuestra crisis política. Dentro de la multiplicidad de factores que dan cuenta de este problema, llama la atención la tendencia que existe de renunciar a los idearios.
El ideario de un partido político debiera ser aquello que primariamente une a personas diversas en un mismo proyecto. La concepción sobre la persona humana y la sociedad, y los distintos elementos que giran en torno a ellas, son la piedra angular sobre la que se construye todo el resto.
Dos ejemplos grafican esta tendencia. El primero es lo que ocurre en la DC. Dentro de las renuncias que ha sufrido dicho partido, solo la del diputado Miguel Ángel Calisto hace referencia explícita a la doctrina cristiana que da sustento normativo a la DC. El resto hace hincapié en otras razones, como la estrategia que ha seguido el partido, las cúpulas dirigenciales o su izquierdización, sin precisar mayormente en su significado. El segundo es la definición del Partido de la Gente de ser “sin ideologías políticas”. Ello no solamente es falso (ya creer en la política formal o en la democracia obedece a una posición ideológica), sino que consolida la fragmentación que deviene en tensiones políticas sin posibilidad de ser resueltas en virtud de algo objetivo (el ideario del partido), aumentando el caos institucional en que se encuentran los partidos.
Resulta interesante poner de relieve el último estudio del CEP (Puntos de Referencia, Nº 630, 2022), que denomina a esta ausencia de visión política como “individualismo posdemocrático”. Me temo que dicha expresión de individualismo es fuente de problemas que solo debilitarán nuestra crisis actual.
Carta por Cristian Stewart, Director Ejecutivo de IdeaPaís, publicada por La Segunda en la edición del 17 de noviembre de 2022.