Señor Director:
Resultan sorprendentes las críticas del oficialismo al proyecto de ley de sala cuna universal, que fue aprobado en general pese al rechazo de ese sector. Es el caso de las supuestas falta de perspectiva pedagógica del proyecto, y la equiparación entre jardines infantiles y cuidadores vecinales.
La propuesta no puede carecer de una perspectiva pedagógica, pues se integra a la red educativa ya existente. Si bien, es necesario fortalecer su institucionalidad y equiparar los recursos que reciben los niños que hoy difieren por el tipo de establecimiento al que asisten, es responsabilidad del Mineduc hacerse cargo específicamente de esto, así como de asegurar la calidad del sistema, pero hasta ahora no se ha hecho parte del proyecto.
Por otro lado, en lo referente al Registro de Cuidadores, si bien no hay claridad de su objetivo (más allá de contar con una plataforma de antecedentes), plantear que fomenta la desregulación del sistema al hacer equiparables jardines y cuidadores, se aleja completamente de la realidad, pues la propuesta no considera financiamiento para esta modalidad.
Además de terminar con la discriminación laboral para aquellas mujeres que trabajan en empresas con menos de veinte trabajadoras, creemos que este proyecto es una verdadera oportunidad para relevar el sistema educacional de la primera infancia, y por ello requiere mejoras. Pero para esto es fundamental que el Mineduc se haga parte y deje de rehuir su responsabilidad.
Los avances tecnológicos no deben medirse exclusivamente desde el ámbito técnico. Sobre todo se deben cuestionar en virtud de las consecuencias antropológicas que traen aparejadas o, si se quiere, de cómo conversan con la naturaleza humana. El progreso técnico en vez de negar la naturaleza humana, debe estar al servicio de ella, no al revés.
Francisca Figueroa, es Investigadora de IdeaPaís. Carta publicada en La Tercera, el 23 de abril.