Los primeros 100 días de cada gobierno son un hito ya transformado en tradición. Además de permitir un primer juicio sobre el desempeño de cada administración, la recta final de cada campaña presidencial contempla la mayoría de las veces un paquete de medidas a ser implementadas en el corto plazo, lo cual también se ha constituido como una republicana tradición. Sin embargo, esto último fue algo que la candidatura presidencial de Gabriel Boric no tuvo, por dos razones fundamentales. Por un lado, el suyo era un programa maximalista y generalista, más apegado a los objetivos que a las propuestas de política pública. Por otro lado, los desacuerdos programáticos dentro de su coalición de cara a la segunda vuelta dieron a duras penas para lograr consensuar un único programa de gobierno, sin margen alguno para acordar un paquete de medidas a comprometer en lo inmediato.
Así las cosas, nos encontramos hoy con el resultado de unos primeros 100 días donde los principales impulsos desde el Ejecutivo se han visto limitados a proyectos de responsabilidad periódica de todo gobierno o bien a decisiones político-administrativas relativas a discusiones de arrastre de larga data. Un buen ejemplo de ambas cosas son la Ley de Salario Mínimo y la firma del Proyecto de Escazú, dos de los escasos avances programáticos -ya sean de gestión o legislativos-, de que puede dar cuenta el gobierno durante este primer período.
El ministro Mario Marcel pareciera ser, a la fecha, el único con la experiencia y el coraje necesario para poner propuestas de política pública sobre la mesa, someterlas al escrutinio público y al debate democrático, y poner a prueba su talento político para llevarlas adelante. Así fue con el Plan Chile Apoya parta hacer frente a la inflación y la desaceleración económica, y así ha anunciado que lo hará prontamente con la Reforma Tributaria.
Pero la realidad de los hechos no permite ser optimistas. Un reciente informe del Centro de Estudios IdeaPaís muestra que de las 24 medidas contempladas en el Plan Chile Apoya, sólo un 17% de ellas se encuentran terminadas, dando cuenta de las dificultades que tiene el gobierno para avanzar dado un desempeño protagonizado constantemente por problemas coyunturales de falta de consistencia, de coordinación o simplemente de veracidad.
El ministro Jackson ha dicho que difícilmente podrán sacar adelante su programa de gobierno de triunfar el Rechazo en septiembre próximo. Sepan ellos la forma en que podrán dar explicaciones a la ciudadanía después de 4 años de gestión perdidos -después de años reclamando vehementemente la necesidad de que llegaran al poder-, pues el Rechazo es hoy -y cada vez más a medida que pasan las semanas – una alternativa electoral completamente válida y competitiva. Lo cierto es que el gobierno tampoco arriesgará muchos movimientos más en el período que resta para el plebiscito, pues saben que accionar implica una alta probabilidad de error, y que cada error del gobierno se transforma automáticamente en un rédito en favor del Rechazo.
Columna por Cristián Loewe, Vicepresidente Ejecutivo de IdeaPaís, publicada por Cooperativa en la edición del 28 de julio de 2022.
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