Hace unas semanas el Mineduc anunció un plan de reactivación educativa, que busca abordar la crisis post pandemia mediante medidas que apuntan a la convivencia escolar, la salud mental, el rezago de los aprendizajes y la reinserción de aquellos estudiantes que han desertado o tienen ausentismo crónico. Si bien es positivo que el Mineduc haya definido una agenda que priorice la recuperación de aprendizajes, aún es necesario definir de forma adecuada cómo se implementarán en concreto las medidas, cómo se financiarán y el alcance que tendrán. En este sentido, vale la pena hacer algunas consideraciones.

En primer lugar, para definir cualquier tipo de medida necesitamos la información adecuada, especialmente si se trata de medidas tan focalizadas como las que plantea el Mineduc: llegar a 100 comunas con el plan de convivencia escolar, desplegar a 1.300 gestores territoriales para trabajar el ausentismo crónico y la deserción, y disponer de 20.000 tutores que apoyen a 80.000 estudiantes. Actualmente contamos con instrumentos que nos brindan información, entre ellos el SIMCE que permitirá constar de mejor forma la realidad del sistema, así como especificar las escuelas que necesitan más apoyo. Es de esperar que el Mineduc comprenda el valor que tienen estos instrumentos y buscar fortalecerlos en vez de proponer sus suspensión o eliminación.

Por otro lado, es fundamental que todo el trabajo que se realice se haga en conjunto con las escuelas y no al margen de las mismas. De esta forma se permite apoyar a las escuelas considerando sus necesidades haciéndolas partícipes del proceso y no con políticas que se imponen desde arriba que, como muestra la evidencia, terminan siendo poco efectivas. Se echa de menos en este sentido, una mención sobre los directivos. ¿qué rol cumplirán dentro del plan de reactivación? La pandemia evidenció la incidencia de los directores en la organización y adaptación de la escuela frente a las nuevas circunstancias para mantener el clima escolar, la motivación y apoyo de los profesores. Si no incorporamos de forma efectiva a los directivos, seguiremos ofertando planes que no tengan el impacto esperado al no ser capaces de adecuarse a la realidad de la escuela. En la misma línea el trabajo de los tutores no debiera pensarse en paralelo al trabajo de los profesores, sino, que debe considerarse como un complemento y apoyo a la tarea que realizan, así se logra potenciar o fortalecer aspectos que, dada la carga del profesor, son difíciles de atender con cada niño.

Por último y de la mano con lo anterior, es necesario que todas estas medidas sean flexibles y pertinentes a la realidad de cada escuela y comunidad educativa. Una vez más la pandemia nos dio cuenta de las diversas realidades y necesidades que vive cada colegio, liceo e instituto. Si no somos capaces de atender esa diversidad, difícilmente podremos hacernos cargo de las consecuencias que el cierre de escuelas ha generado en cada niño.

Tenemos una buena oportunidad para pensar medidas que terminen siendo políticas de largo plazo atendiendo a necesidades de vieja data de la escuela, aprovechando los mecanismos, instrumentos y personas que día a día se ponen al frente de la sala de clases y las escuelas.

Magdalena Vergara, directora de estudios de IdeaPaís, publicada por diario El Tipógrafo en la edición del 26 de enero de 2023