A nadie le gusta que le digan cómo uno debe hacer su trabajo. Ni a niños ni a viejos. Tampoco a nuestro Presidente. Tras el escándalo del Caso Monsalve, había dos lecturas obvias: (1) que el Gobierno tenía una crisis que golpeaba al corazón de su discurso feminista y del fin de los privilegios, y (2) que las pretensiones presidenciales de Carolina Tohá para 2025 quedaban extremadamente damnificadas.

¿Cuál era el consejo obvio al Presidente? Dar vuelta la página, tomar aire y volver a dominar la agenda. ¿Cómo se hace eso en su caso? Con un cambio de gabinete.

Idealmente, el cambio debía ser tras las elecciones municipales. Hacerlo antes era un signo de debilidad costoso para las candidaturas de su sector. Y después de un resultado mediocre pero no catastrófico para el oficialismo en las municipales, fueron más las voces que pedían cambios en el equipo del Mandatario.

La respuesta del Presidente Boric fue clara y pesada: «No hay cambio de gabinete». Y aunque nadie discute que está en su derecho (qué cansadora es la respuesta/cantinela «se trata de una decisión exclusiva y excluyente del Presidente de la República»), la ciudadanía toma nota.

Y es que el Presidente se enfrenta a un entuerto no menor en el caso de la Ministra Carolina Tohá. Si ella se va del gobierno, ¿quién la va a reemplazar? Pienso que nadie de ese mundo puede hacer ese trabajo mejor que Carolina Tohá. Y Boric lo sabe. Pero si ella se queda en el gobierno, implica no extirpar las esquirlas del caso Monsalve, que quedarán en el corazón del gobierno hasta el fin de su mandato.

Esto significa hipotecar que el Gobierno pueda sortear su último año con éxito. Pues esta polémica los perseguirá varios meses más, tal como ocurrió con el Caso Convenios, que terminó siendo una piedra en el zapato que tuvo la triste salida de Giorgio Jackson del Gabinete. Los recientes acontecimientos podrían significar el fin del «Gobierno Feminista de Gabriel Boric», porque al inicio se optó conscientemente por cuidar las espaldas al subsecretario antes que a la posible víctima. Decidieron avisarle a Monsalve que se le incautaron su teléfono, en vez de procurar que las instituciones funcionen. Lo mismo con el avión de Carabineros y con las instrucciones de diligencias que Monsalve dio a la PDI. Vaya feminismo y forma de acabar con privilegios.

Optar por Carolina Tohá es creer en su talento y en su destreza para administrar un gabinete en problemas, y sobre todo, para seguir haciendo frente ante los complejos problemas vinculados a la seguridad pública. Pero implica muchos costos. Entre ellos, perder la agenda, y consolidar el rol del Gobierno como mero administrador del poder en sus minutos finales, sin dejar grandes legados, ni revoluciones en la forma de ejercer el poder. Al final, se opta por ser más continuista del estilo «neoliberalismo con rostro humano» que refundacional. Y en buena hora.

Cristián Stewart es director ejecutivo de IdeaPaís. Columna publicada en La Segunda, el 07 de noviembre.