Hace algunos días, en IdeaPaís organizamos un debate con los candidatos a gobernador regional de Los Lagos. Escuchando a los candidatos en el debate que moderé, me surgió una reflexión: durante los últimos años en Chile -y especialmente en la Región de Los Lagos- se instaló un discurso ambientalista tecnocrático, a ratos muy radical, que acabó desplazando al ser humano fuera del centro del debate público. Por su puesto que la Región de Los Lagos alberga un patrimonio ambiental importante que proteger (para Chile y para el mundo). Pero debemos ser capaces de compatibilizar el cuidado del medioambiente y la proyección de un desarrollo sostenible con garantizar el cuidado y desarrollo de las personas. Las personas y sus familias deben poder trabajar, impulsar sus actividades económicas, perseguir sus sueños y vivir sus tradiciones que las definen como habitantes de la región.
Si bien la región posee una situación relativamente buena en materia de PIB y empleo, al compararla con el estancamiento del país, sí existen indicadores importantes en los que comienza a notarse una mella. En vivienda, las principales ciudades de las provincias de Llanquihue y Osorno poseen de los peores déficits de acceso en Chile. En empleo, si bien poseemos una situación afortunada en comparación a los parámetros nacionales, ha aumentado la informalidad en los últimos años, superando el promedio nacional. En seguridad, distintos estudios demuestran que ha aumentado la percepción y la comisión de delitos violentos en la región. Por último, las principales industrias que operan como sostén económico del territorio alegan que se han complejizado sus actividades, algunas siendo constantemente constreñidas y debilitadas para competir contra la industria extranjera, y otras, como el turismo, que no han podido recuperar los equilibrios de ocupación pre-pandemia.
Esto guarda relación con la inestabilidad y falta de experiencia en la administración pública que ha experimentado Chile en el último período. Sin embargo, este discurso ambientalista radical también pudo haber jugado un rol, en tanto a veces se ha orientado fanática y equivocadamente. Para estas elecciones, los electores debemos identificar a los candidatos que ponen a las personas y sus necesidades en el centro, dejando fuera a las ideologías identitarias. A fin de cuentas, la política es una actividad humana que media sobre el bien común, y que, con todos los desafíos que acarrea cada tiempo, no debiera nunca extraviarse en que las personas deben ser el centro; el ser humano no puede ser concebido como “una plaga”. Hoy debemos plantear una alternativa de desarrollo sostenible, no cabe otra posibilidad, pero la sostenibilidad también se juega en compatibilizar la dimensión social de resolver los problemas de las personas. Sí es posible compatibilizar el cuidado ambiental con el cuidado de las personas y el derecho de estas a desarrollarse.
Matías Domeyko, director regional de IdeaPaís en Los Lagos. Columna publicada en Diario El Llanquihue, el 25 de octubre.