Las heridas, para curarlas, hay que rasparlas. Eso es lo que tiene que ocurrir con el caso Hermosilla, que aparentemente dejará a muchas instituciones y sectores políticos lesionados, y con heridas que habrá que raspar con no poca fuerza.

Inocentemente, se puede pensar que con los casos de colusiones y corrupciones que se han develado en los últimos 15 años, los escándalos dejarán de ocurrir. Pero como eso no es así, tan relevante como seguir investigando con celo el uso adecuado de los recursos públicos, es el compromiso y la ejecución de acciones consistentes por parte de la clase política. 

Por eso, lo que se observa en las plataformas programáticas que tanto la centroizquierda como la centroderecha han elaborado es algo sumamente positivo. «Defensa de la probidad como estándar mínimo» es el primero de los ejes programáticos del documento de centros de estudios progresistas, donde a través de una serie de mecanismos concretos — impulsando una certificación de probidad y una ley de probidad municipal, entre otros— proponen convertir esta agenda en un aspecto medular de la gestión municipal.

La centroderecha, por su parte, propone como eje central «Tolerancia 0 con la corrupción». Su documento —en el que IdeaPaís colaboró como coautor— señala que el costo global de  la corrupción asciende a 2,6 billones de dólares, equivalente a un 5% del PIB mundial (FMI, 2018), y propone una serie de medidas específicas que apuntan a eliminar la corrupción de los gobiernos locales, como la regulación de conflictos de intereses y el incremento de probidad en la contratación de personal.

La crisis de confianza es fuente medular de la multicrisis por la que atravesamos como país. El último informe del PNUD sobre desarrollo humano en Chile (2024) señala que las  percepciones de desconfianza —que se predican de todos los sectores políticos— colaboran en la consolidación de la desconfianza y conducen a mayor escepticismo, lo que frena aún más el proceso político y produce partidos y liderazgos antipolíticos. Y la corrupción está en el seno de esa desconfianza.

No sabemos si se van a liberar todos los chats del abogado Luis Hermosilla, lo que tiene nerviosos a muchos actores políticos. Si se publican, es muy importante distinguir entre las personas que solo aparecen en sus chats, sin implicancias legales, de aquellos casos donde nazcan aristas susceptibles de investigación: la reacción acrítica y pareja para todos, impedirá separar la paja del trigo, y no ayudará a detectar a quienes de verdad hay que investigar. Y también es clave que los liderazgos políticos reaccionen con igual intensidad a la mostrada en estas semanas si se conocen nuevos casos de corrupción vinculados al abogado Hermosilla por parte de militantes de sus filas. Es ahí donde se ve la consistencia, y son esas actitudes las que permitirán, gota a gota, recuperar la confianza en este país.

Cristián Stewart es director ejecutivo de IdeaPaís. Columna publicada en La Segunda, el 29 de agosto.