Señor Director:

Con sus despreciables cánticos y destrozos, la garra blanca se erige, una vez más, como uno de los vestigios que aún quedan del octubrismo anómico que asoló el país.

En buena hora el presidente Boric y personeros de gobierno, en este momento de luto y unidad por la muerte del expresidente Piñera, han dado señales de recapacitar y compromiso democrático. Ahora bien, cabe esperar alguna señal más contundente que se sume a ese loable giro discursivo: tomar acciones concretas y frontales para controlar a esos grupos subversivos que tienen secuestrados los estadios y la paz.

Después de todo, hechos como los indultos a los llamados “presos de la revuelta” o las recientes pensiones de gracia, sugieren que hará falta bastante más que discursos de mea culpa para demostrar que se aprendió la lección.

José Miguel González es Director de formación de IdeaPaís. Carta publicada en La Segunda, el 16 de febrero.