“El pensamiento conservador tiene muy poca capacidad para comprender el Chile real”. Así se titula la entrevista de Daniel Chernilo, publicada ayer en este medio. Lo que parecía ser una provocación desafiante para el amplio mundo conservador, terminó siendo una declaración justificatoria de sus propios prejuicios.

Chernilo argumenta por qué el pensamiento conservador chileno sería especialmente deficitario en sus planteamientos políticos, y critica directamente a cuatro intelectuales que representarían dicha corriente intelectual: Hugo Herrera, Daniel Mansuy, Josefina Araos y Pablo Ortúzar. 

Aunque ellos no piensen igual entre sí, coincido con él en que existe un ascenso del pensamiento conservador que ellos promueven, pero por las razones contrarias a las que el entrevistado alude. En efecto, los llamados «conservadores heterodoxos» y sus ideas son los blancos de críticas más frecuentes desde la misma derecha. Ya sea porque no se oponen con suficiente vehemencia a la izquierda y los sueños falsos que prometen, porque consideran que la desigualdad es un problema político que hay que tomarse muy en serio, o porque no ven al libre mercado como mediador de toda relación social, suelen ser tachados de autoflagelantes dentro de la derecha. Así, cuando Chernilo les achaca la defensa del «status quo» (sin citarlos nunca), parece no entender su pensamiento. Quizás lo confunde con otras expresiones conservadoras, o elige no entenderlos para hacer valer su punto.

Al revés de lo que dice el entrevistado, esa tradición conservadora tiene mucho que decir sobre problemas como el drama que supone la baja tasa de natalidad, el aborto y sus múltiples aristas, y el rol de la mujer en materia laboral y política. Porque se trata de fenómenos que el progresismo suele describir persuasivamente pero omitiendo las debilidades internas de sus propuestas, que se siguen de las premisas fundantes de su cosmovisión política. 

Chernilo da respuestas erráticas. Denuncia pobreza intelectual sin ofrecer argumentos filosóficos, cayendo en lo mismo que critica. Tergiversa el contenido del pensamiento conservador a tal punto que, usando el argumento del «hombre de paja», trata de fascistas a los cuatro por igual. Y acusa que sus posiciones carecen de evidencia que les dé soporte, sin ofrecer evidencia alguna más que el (débil) argumento de autoridad para desacreditar en dos líneas un libro de uno de ellos. 

Tiene razón Chernilo al señalar que la visión de estos intelectuales obstaculiza el progreso educacional vigente, pues la línea progresista no sólo desconoce la esencia y los límites de la educación, sino que la dirige por una senda derechamente incorrecta. Ellos son conservadores, porque dudan de que el futuro esté escrito y determinado como una bola de nieve incontenible hacia la liberación de ataduras impuestas. En otras palabras, piensan como piensan porque creen en la libertad.

Cristián Stewart, es Director ejecutivo de IdeaPaís. Columna publicada en La Segunda, el 15 de febrero.