El partido Republicano y el Partido de la Gente se frotan las manos sacando cálculos previo a la elección de este domingo. Curiosamente, los que se oponían a este proceso y pretendían cerrar el tema constitucional luego del 4-S, hoy esperan dar la sorpresa. Y tienen sus méritos, no se puede negar su eficacia para crecer y capitalizar las diversas crisis que vive el país.

Sin duda, se trata de dos colectividades tremendamente distintas entre ellas. Mientras el Partido de la Gente se mueve entre la ausencia de propuestas y la pretendida -aunque imposible- transversalidad, Republicanos se ha ido formando como partido consistente y con principios claros. El problema de éste último fue la lectura excesivamente partisana del  rechazo del 4 de septiembre, como si éste sólo confirmara la sintonía de los chilenos con su ideario.
En esta fría campaña electoral, ambos  doblaron las apuestas en un llamativo “todo vale”: el PDG abrazó el sexto retiro -con Pamela Jiles en la franja- mientras Republicanos, aunque repite exageradamente que el adversario no es Chile Vamos sino la izquierda,  persiste en apuntar sus dardos a la centroderecha, entrando incluso al oscuro terreno de la falsedad (que algunos llaman fake news).

Así, en la derecha se podría estar cimentado lo que a la izquierda ya le pasó hace 10 años con el surgimiento del Frente Amplio: aparecen nuevos ungidos que encarnan sólo pureza, consistencia en los principios y valentía incuestionable mientras despliegan una crítica moralizante y descarnada hacia los partidos tradicionales, como si todo en ellos fuera cálculo, oportunismo y cobardía. El discurso directo y simple, “las cosas como son”, podría darles ese éxito electoral que ya vimos en la nueva izquierda.

Todo está por verse: en los resultados del domingo, y en la actitud que tomen los consejeros electos y sus partidos, veremos si las nuevas derechas tienen un mejor aterrizaje en el poder real, ahí donde la solución teórica, simple y directa se enfrenta con la complejidad de la realidad. Veremos cómo se desempeñan en las inevitables negociaciones, los representantes del PDG, para quienes, por la ambigüedad de principios, todo parece transable; y los Republicanos, para quienes demasiadas cosas parecen intransables. Veremos finalmente, si las derechas asimilan de mejor manera que las izquierdas, el surgimiento de estos nuevos sectores.

Mientras tanto en lo constitucional, quedará para la historia la curiosidad de que el primer proceso tuvo a las izquierdas radicales como protagonistas, y hoy el péndulo podría entregarle la mochila constitucional a la derecha dura. Todo tan polarizado mientras moros y cristianos han reconocido siempre que lo que Chile necesita es una constitución de todos, sin vencedores ni vencidos, duradera y acorde a los desafíos transversales de las próximas décadas. Curioso.

Juan de Dios Valdivieso, director regional O´Higgins IdeaPaís, publicado por diario El Líbero edición 04 de mayo.