En términos prácticos, prescindir en política significa no tomar públicamente una posición electoral. En el actual contexto, para el Presidente implicaría no apoyar el Apruebo o el Rechazo. Lo anterior, naturalmente, es una realidad compleja para el Gobierno, que tiene sus raíces con el actual proceso constitucional. En efecto, sólo basta recordar lo que dijo Gabriel Boric hace algunas semanas: “ustedes saben de dónde venimos, hemos luchado por una Constitución hace tanto tiempo”. Así, para nadie es un misterio la posición del Presidente y del Gobierno. 

Sin embargo, el Ejecutivo no ha sido capaz de asegurar su imparcialidad en el proceso. La primera señal la entregó el diputado (PS) Leonardo Soto en una reunión realizada en La Moneda con el Presidente, para “ayudar con mayor fuerza y con mayor coordinación la opción del Apruebo”. Posteriormente, la ministra Vallejo, en una entrevista con un matinal utilizó un pin en la solapa de su chaqueta con la bandera chilena del borrador -distintiva por su fragmentación y división-. Y a inicios de la semana pasada, sorpresivamente, el Presidente Boric entregó una serie de declaraciones que parecieran ser más de un comando de campaña, afirmando que “quienes están por el Rechazo no tienen un plan para la continuidad del proceso constituyente”. Luego firmó ejemplares de la propuesta de la Constitución, como si él mismo la hubiese escrito. Y tan solo ayer, la Contraloría General de la República anunció una investigación especial al Gobierno por posible intervencionismo electoral, tras un requerimiento de diputados de oposición. 

Estos mensajes nos demuestran cómo el Gobierno abandonó la prescindencia y, de pasada, la agenda en temáticas urgentes como la seguridad, la reforma de pensiones y el crecimiento económico. Una cosa es informar, pero otra muy distinta es ser voceros del Apruebo. La prescindencia debe ser una guía y una acción que no sólo debe predicarse, sino que practicarse, y este es momento de tener altura y responsabilidad de Estado en el proceso de cambio constitucional. De lo contrario, y más allá del resultado electoral final, se corre el riesgo de que el plebiscito del 4 de septiembre se convierta en una evaluación a la gestión del Presidente Gabriel Boric y no de la propuesta de nueva Constitución. 

Columna por Matías Riveros, Coordinador Regional de IdeaPaís en O’Higgins, publicada por El Tipógrafo en la edición del 28 de julio de 2022.

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